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Lugares vacíos.

*Exposición para la Sociedad Económica Amigos del País de Málaga.

Del 29 de junio al 25 de julio de 2020

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A lo largo de nuestra vida experimentamos multitud de sentimientos, a veces incluso, varios a la vez, alegres, tristes, confusos... casi siempre se dan de manera individual, pero estos días se ha producido una atmósfera triste, sobre todo al contemplar las calles, normalmente abarrotadas, llenas de vida, tráfico, ruido, sumergidas en casi un completo silencio, un sentimiento sobrecogedor al contemplar esos lugares con una extraña quietud. 

 

No es un sentimiento nuevo, el miedo a la soledad, la tristeza, la melancolía… ha sido representado a lo largo de la historia del arte, desde el Perro hundido de Goya; o los bufones de Velázquez; pasando por los paisajes casi apocalípticos de Friedich, instantáneas de construcciones en ruinas, abandonadas al paso del tiempo; y llegando a un ejemplo más reciente con Edward Hopper, máximo exponente del realismo americano, que retrata la soledad de una sociedad frenética con instantes que parecen congelados e inertes. En definitiva, un sin fin de obras que nos remiten a un mismo sentimiento.

 

Estos sentimientos son los que hemos visto florecer esta primavera, cuando de repente nuestra vida se vio reducida al interior del hogar, donde hemos tenido que recorrer los mismos espacios una y otra vez, releer libros, realizar composiciones imposibles y dejar volar nuestra imaginación. Interiores, es lo que podemos ver hoy aquí,  interiores sin vida, donde intuimos que ha estado el ser humano pero no lo vemos presente, en algunos casos esos interiores parecen casi abandonados, escenas inertes que ahora contemplamos, casi como una metáfora, donde el hogar ha dejado de ser el único lugar que podíamos ocupar, donde nuestra vida se superponía, lugar de descanso, lugar de trabajo, lugar de ocio…ahora recuperamos la normalidad, recuperamos la vida en la calle, ahora parece que todo vuelve a estar donde tenía que estar, y ahora esos hogares que nos han acogido durante este tiempo, esos lugares que los hemos llenado de vida las 24 horas, parecen lugares vacíos.

 

En la obra de Juan Manuel Cabrera la estancia se deshace en una imagen trabajada con la materia polvorienta y difusa del carbón y el pigmento negro, permitiendo que el juego plástico e intertextual entre los elementos de la imagen, así como entre las citas y referencias a la historia de la pintura de interiores, cobre el protagonismo. Siendo consciente del pesado bagaje histórico que arrastran estos espacios interiores de representación, esta visión nublada, oscura y distorsionada es consecuente.

 

Marcos Barrientos cuestiona el cuadro como artefacto de representación, mediante la exploración y relectura de recursos de la pintura barroca, sobre todo española y holandesa, junto con ciertas estrategias figurales y de desreconocimiento de la pintura contemporánea.

 

Ana Pavón presenta un proyecto pictórico que explora las capacidades plásticas de la idea de lo oculto como método de seducción, con el fin de crear la ilusión y generar la curiosidad que obligará al ojo a acercarse a aquello que a la artista le interesa: la superficie pictórica. La propia pregunta se presentará entonces como el verdadero contenido de la obra, la pregunta más que la respuesta, el envoltorio más que lo que esconde.

 

Una vuelta de tuerca a los objetos domésticos es lo que nos presenta Encarna Cortés, que realiza la composición de una serie de objetos domésticos donde la artista trata de despojar al objeto de su uso funcional para supeditarlo a la contemplación estética y ofrecerlo al mercado utilizando la ironía para establecer su crítica al entorno mercantil.

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Luis Reyes Hurtado
Comisario de la exposición

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